viernes, 14 de agosto de 2020

ES HORA DE ACABAR CON EL VIRUS

Hace miles de millones de años, un relámpago sagrado encendió una minúscula llama de vida en medio de la oscuridad del infinito Universo. Esta minúscula llama, de alguna manera logró sobrevivir a todas las adversidades que enfrentó y continuó su desarrollo, de manera lenta pero constante, hasta rozar la cima de la perfección, convirtiéndose en el Ser vivo más hermoso que el Universo hubiese conocido. Todas las partes que conformaban este Ser tenían una razón para existir y todas ellas funcionaban en perfecta armonía. 

Sin embargo, el Ser más hermoso que el Universo hubiese conocido, estaba sujeto a la impermanencia que determina el infinito camino hacia la perfección. Su extraordinario estado de armonía eventualmente era alterado por microscópicos seres que recibían el nombre de “virus”, los cuales afectaban el perfecto funcionamiento de su organismo. Fue así desde el principio de los tiempos y por ello también desde el inicio el Ser desarrolló los que fueron llamados “anticuerpos” para protegerse y mantener su estado de perfección. 

A lo largo de miles de años, diversos virus atacaron de diferentes formas al Ser. Algunos fueron más resistentes a los anticuerpos que otros, pero al final el organismo del Ser siempre se sacudía a estas insignificantes formas de vida y retornaba a su funcionamiento normal. 

Al final de cuentas, también como parte integrante del Universo, llegó el día en que el virus alcanzó tal grado de desarrollo, que el Ser más hermoso que el Universo hubiese conocido notó que los anticuerpos de su organismo por primera vez estaban perdiendo la batalla. El virus esta vez se multiplicaba sin control. No había forma de detenerlo. Se propagaba a todos y cada uno de los rincones de su organismo. 

Se sabe que el virus fatal, el que finalmente acabó con el Ser más hermoso que el Universo hubiese conocido, se reprodujo a un ritmo extraordinario, vertiginoso, incontrolable, mutando su organismo constantemente para escapar de los anticuerpos. Tenía una inteligencia tal que muy rápidamente invadió a todo el Ser. 

Se sabe que este virus llegó a estar compuesto por alrededor de ocho mil millones de especímenes, microorganismos del tipo SH (Seres Humanos), los cuales, a pesar de su inaudita inteligencia para mutar y desarrollarse, no sabían que morirían también al destruir al organismo en el cual habitaban: el Planeta Tierra, el Ser más hermoso y perfecto que el Universo hubiese conocido. 

Autor: Diego García y Morales

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