En astronomía el término solsticio, que proviene del latín, solstitium, (sol sistere, que significa sol quieto), se refiere a la época del año en que el sol, en su trayectoria aparente, se halla sobre uno de los dos trópicos, dando lugar a la máxima desigualdad entre el día y la noche. La inclinación de la Tierra en el Hemisferio Norte está más cerca de Sol y en el Hemisferio Sur está se encuentra más alejada del sol, (solsticio de invierno). Este fenómeno tiene lugar entre el 21 y 22 de junio. Son fechas aproximadas debido a las irregularidades del calendario gregoriano y los años bisiestos.
La observación de estos acontecimientos tan antigua como la humanidad. Los primitivos habitantes de nuestro planeta comprobaron que a partir de un día determinado, -en el solsticio-, el sol perdía su fuerza, la disminución de la luz era evidente y éstos, desconociendo la razón, pensaban que al final el astro rey no volvería a salir, lo que les hacía temer por su supervivencia. Ahí empezó la historia de los rituales de adoración al sol, las plegarias, el encendido de hogueras y antorchas como símbolo de la luz que ilumina la oscuridad. Veneraron su energía para congraciarse con este principio divino del logo que les daba el calor de la vida. Estas costumbres fomentaron en la cultura popular muchas creencias referentes al poder del sol.
El solsticio de verano, la puerta de los hombres
Historia y tradición
La celebración del solsticio de verano como tal data de 5000 años antes de Cristo a raíz de la permanente observación de la bóveda celeste por parte de sabios astrónomos-astrólogos. Los antiguos griegos definían este acontecimiento referente al Sol como una puerta de entrada a otra dimensión, el sol mermaba día a día porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero lucía en el exterior para después lucir en el interior. El espíritu se recoge sobre sí mismo para asimilar las experiencias vividas que el sol interior ilumina. A esta Puerta imaginaria la llamaron Puerta de los Hombres. Al solsticio de invierno lo llamaron la Puerta de los Dioses.
Esta creencia forma parte de la mitología griega que expresa en un lenguaje metafórico la relación del hombre con los dioses creadores que habitaban el panteón Olímpico, en el hogar de la luz, que es lo que significa Olimpo, luminoso. El hombre sólo puede llegar a la luz, a conectar con los dioses del Olimpo mediante una introspección, cruzando la puerta del inconsciente. Los griegos también rendían culto a Apolo, dios de sol, padre de la medicina del alma, al que invocaban encendiendo hogueras de carácter purificador. Mediante rituales, los kouros, o terapeutas, sometían a los enfermos a sesiones de análisis de sueño mediante la inducción a un estado alterado de conciencia. En estas sesiones les eran reveladas las dolencias del paciente. Los kouros, fueron sin duda los primeros psicoanalistas de la historia. Más tarde la mitología romana se referirá a las Puertas Solares como las dos caras de Jano, el guardián de las Puertas, el dios que simboliza la transición del pasado al futuro, de la vida a la muerte y el renacimiento. Jano tiene influencia sobre las cosechas y sobre la luz y la oscuridad.
Muchas otras culturas han celebrado y siguen celebrando este fenómeno cósmico porque el Sol es para todos una fiesta, un principio de vida, la continuidad de la existencia y el primer logo o divinidad con la que la humanidad se identificó. Numerosas leyendas también dejan constancia de la existencia de Puertas invisibles, que lo son a simple vista, para los ojos físicos, pero no para la percepción más trascendente del ser humano durante este momento mágico. Dicen que los espíritus más puros, los guías de luz logran también acceder a nuestra dimensión durante el festejo del solsticio para comunicarse con nosotros.
En la cultura celta los druidas celebraban el ritual de Alban Heruin, que consistía encender hogueras buscando la bendición para las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres. La magia de los druidas invocando a los Elementales, es decir a los espíritus de los elementos de la naturaleza, las Salamandras del Fuego, las Ondinas del Agua, las Sílfides y Elfos del Aire y los gnomos de la Tierra, son parte de una tradición que nos ha dejado numerosas leyendas y mucho folclore musical.
En México, los guerreros aztecas dedican muchos rituales al culto solar para que la “renovación de los fuegos”, ayude a la tierra y al ser humano a respetar los ciclos y a obtener buenas y abundantes cosecha, así como salud.
Los Incas del Perú festejan el Inti-Raymi, la fiesta del Sol. Es un espectáculo ver en la explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco, las llamaradas de las fogatas que invocan al astro rey antes de la salida del sol.
En la tradición hindú el solsticio estival es la vía de los ancestros, la pitri-yana, igual que para los griegos, una puerta que conduce al interior. Los Indras adoran el fuego primordial y aseguran que algunos chamanes durante el ritual del fuego pueden leer el futuro en las llamas. Las cenizas de las hogueras durante el solsticio se conservan todo un año.
Entre los beréberes de África del norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta del Ansara el 24 de junio. Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos personales. Consideran que el humo de las hogueras protege los campos cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e inmunizarse el cuerpo. Esta tradición procede de la cultura pre-islámica porque se basa en el calendario solar, actualmente el calendario musulmán se basa en el calendario lunar aunque se siguen conservando muchos de estos rituales.
La tradición cristiana que celebra la fiesta de san Juan el 24 de junio, adaptó el culto pagano a las enseñanzas bíblicas. Según las Sagradas Escrituras, Zacarías recibió en sueños un mensaje del Arcángel Gabriel anunciándole su próxima paternidad. Pero Zacarías no lo creyó, seguro de que su mujer era estéril. Ante la ausencia de fe, Zacarías quedó mudo y sólo recobró la voz el día en que nació su hijo Juan. En agradecimiento a Dios, Zacarías encendió una gran hoguera y en un ritual de purificación, saltó por encima de las llamas recitando cánticos de alabanza al Señor y anunciando el nacimiento de su hijo. Esa es la conmemoración de la Iglesia católica cada 24 de Junio, el nacimiento de Juan Bautista precursor de Jesús que anuncia el nacimiento de una nueva fe basada no en el rito pagano del planeta, sino en el poder del sol interior.
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